Santiago Arroyo, Director de IGECA y Coordinador Académico del Máster en Dirección y Gestión de Industrias Culturales y Creativas, docente e investigador en el terreno de la gestión cultural, ha entrado recientemente a formar parte de la Junta Directiva de la European Network of Cultural Centres (ENCC) como Tesorero y miembro del Consejo de Dirección.
Hablamos con él sobre esta red de centros culturales europeos y sobre por qué en España es casi desconocida.
¿Qué es exactamente la ENCC?
Es una red europea de centros culturales. Fue de las primeras que se crearon en Europa (Bélgica), nos regimos por el gobierno belga y se creó en 1985. Su función es representar los intereses de instituciones culturales a lo largo de Europa. En la época en la que se creó prácticamente no se trabajaba a nivel europeo.
En un principio intentó aglutinar a las redes nacionales de cada país, que es lo que se quiere fomentar. En España hubo un intento, pero no fue muy exitoso (Spanish Network Cultural Centers, SNCC). La ENCC pretende que los centros culturales tengan un trabajo común y aprender los unos de los otros.
Visto desde España es muy raro porque no existe el concepto de centro cultural como sí lo hace en Europa. En Bélgica hay leyes que regulan estas instituciones, aquí tenemos la Biblioteca, la Casa de la Cultura, el Museo, pero allí como pasa con un hospital o una escuela, tiene que haber, a máximo 30 kilómetros, de una persona, un espacio cultural donde puedas formarte, crear, alquilar una película, asistir a una obra de teatro o bailar.
En nuestro país muchos ayuntamientos optaron por crear una biblioteca con auditorio donde hacen cursos, universidad popular y demás. En redes de Alemania, Bélgica u Holanda, los centros culturales son espectaculares. Puedes ver un concierto de hip-hop, leer un libro o ver una exposición. Son muy dinámicos y abiertos. Aquí puede pasar que en un pueblo haya una biblioteca y que el concejal de turno programe cosas solo para gente mayor.
La idea de constituir la red surgió para compartir experiencias, mejorar, ver qué hacen otros. Yo tuve la suerte de estar en un programa de hace unos años (2016) conociendo cómo se trabajaba en los centros culturales belgas. En España la idea es crear una red nacional, pero está el problema de que haya centros culturales privados, públicos y mixtos, cuesta más entender el concepto de red porque cada uno va por su cuenta. Se intentó hacer una red con centros públicos, pero cuando cambian las líneas políticas esto desaparece si no consideran que sea importante.
¿Qué tipo de proyectos realiza la ENCC?
Tiene un equipo trabajadores a disposición de los centros miembros y organizan proyectos específicos. Uno de ellos es un programa de formación para personas que trabajan en centros culturales, otro de cooperación entre centros sobre buenas prácticas, una incubadora para incubar proyectos de trabajadores de centros culturales con programas propios. Organizan diferentes actividades y proyectos en conjunto.
¿Cómo ha afectado la covid a estas líneas de trabajo de la ENCC?
Está todo lo presencial suspendido, se ha pasado al online. Hay proyectos como un foro para tratar temas sobre la covid, la incubadora, iniciativas para dar a conocer las labores de los centros culturales, especialmente, entre familias más desfavorecidas.
Son actividades que proponen los centros porque la red la preside un centro cultural en Bruselas y luego en la Junta Directiva están redes de centros culturales de Alemania. España es el sur de Europa y siempre se queda un poco atrás, pero nosotros proponemos los proyectos, se convoca una asamblea, se plantea en qué se va a trabajar y se desarrollan ideas que suelen tener efecto multiplicador. Se suelen desarrollar aquellos que implican a más de un centro. Hay una técnico que se dedica al capacity building, que es la formación, otra que da apoyo a los socios, una coordinadora y luego una oficina de administración. Son proyectos que buscan beneficiar a los socios.
Santiago Arroyo Serrano con un ejemplar de su libro "Francisco Martínez Ramírez. El Obrero de Tomelloso". Publicación original en Entomelloso.com
¿Cómo acabaste siendo Tesorero de la ENCC y cuál es el papel de FIBICC dentro de esta institución?
FIBICC se considera local network. Tenemos dos centros culturales, uno que es La Harinera, en un entorno rural, y otro un poco más grande, en Tomelloso, La Destiladora (ahora mismo los dos están parados por el tema del coronavirus). Estos centros culturales son de iniciativa privada, aunque tenemos colaboraciones con centros públicos, y hacemos conciertos, talleres, microteatro, actividades para niños, etc.
Desde que nos constituimos en el año 2012 siempre nos ha interesado trabajar a nivel europeo y ahí hubo un año que nos dimos de alta en la ENCC y comenzamos a participar. Estuve en un encuentro de formación cinco o seis días para compartir experiencias, es como un Erasmus de centros culturales. Te obligaban a pasar una temporada en un centro cultural. Hice contacto con una gestora de la red belga y realicé una estancia en Bruselas y ella vino a La Harinera otra semana.
A partir de ahí conocí un poco más el entramado de la ENCC y me conocieron ellos un poco más. Ahora acabo de entrar en la ENCC porque ha habido una renovación de tres puestos en la Junta Directiva y soy Tesorero y ahora tenemos que definir el plan de trabajo. Uno de los retos a los que me enfrento es crear una estrategia de financiación de la red para los próximos años.
No entienden por qué en España no hay una red nacional. Yo siempre propongo cosas y me sugirieron que me presentase a la Junta Directiva. Lo hice y fui uno de los tres elegidos, luego ya en el seno de la Junta se decide qué puesto va a ocupar cada uno. Nos eligen para varios años y optaron porque yo fuera el tesorero, dentro del Comité Ejecutivo junto con el presidente de la ENCC. Vamos bastante bien con las cuentas. Me han hecho el traspaso de poderes, tengo que conocer poco a poco el funcionamiento, pero vamos trabajando y haciendo cosas.
Me eligieron tesorero porque me han encargado un plan. La red depende mucho de fondos europeos, el 90% o más depende de la ayuda de Europa Creativa, en un momento dado esta red ha tenido altibajos porque si no consiguen esta ayuda, la red sigue funcionando, pero con mucha menos fuerza y dinamismo. Aunque tenga bastantes socios, las cuotas cubren muy poco dinero y no es suficiente.
Como mi especialidad, dentro de la gestión cultural, es el mecenazgo, vamos a intentar integrarlo en toda la estructura de la ENCC. La labor en España sería intentar reunirme con el Ministerio de Cultura para intentar reconocer el papel de los centros culturales de España.
¿Qué responsabilidad tienes como miembro de la Junta Directiva y Tesorero?
Somos una Junta Directiva internacional. Yo trabajo igual y tengo que atender a los socios de Polonia, Irlanda o Islandia. Estando en España lo ideal sería intentar incentivar proyectos nacionales desde la red. El otro día vi que había uno en Tesalónica y pensé en hacer un encuentro en España.
Es muy probable que organicemos un encuentro sobre centros culturales en el medio rural. Luego en Las Palmas está previsto otro sobre centro culturales y desarrollo sostenible.
Es una pena, tengo detectados a los miembros de la ENCC nacionales y hay gente que se ha dado de baja. Por ejemplo, estaba como miembro las Fábricas de Cultura del Ayuntamiento de Barcelona, por la crisis se iban a dar de baja, La Cárcel de Segovia también está. Hay mucho agente político que incide directa o indirectamente en estas decisiones y en si se potencian más o menos.
En España la idea principal es convocar unas jornadas para primavera, a las que se invitará a los centros culturales y animará a unirse a la ENCC y empezar a hacer proyectos. Lo único que existe aquí es la Red Trans Ibérica, pero es de centros culturales independientes, una red de centros alternativos y no tienen una estructura tan institucional. Mi idea en la ENCC es potenciar los centros culturales en España.
¿Qué motivación hay para que España e Italia sean dos países que no tienen muchos centros culturales ni un red sólida?
Por desconocimiento. De los proyectos europeos, solo el 20% de la financiación que se podría conseguir, llega a España. La gente no solicita los proyectos, parece que no se sabe que existe Europa y no se trabaja a nivel europeo. Somos un país un poco más pobre culturalmente y a veces nos cuesta. Imagínate que te dicen: vete a Bruselas una semana a una institución cultural europea. Es complicado porque quizá no te dan permiso en el trabajo. En España no nos ha interesado Europa más allá de las ayudas comunitarias, vivimos un poco de espaldas a ella.
En ese caso, ¿por parte del Ministerio de Cultura no debería haber alguna línea de información de este tipo de proyectos europeos?
El Ministerio de Cultura tiene una oficina justo para eso. Se llama Oficina Europa Creativa España y entre sus objetivos están incentivar los proyectos europeos en España, animar a que se conozcan las redes europeas, pero no funciona.
Hay un diálogo con la Unión Europea, sobre el futuro de la cultura en Europa. Se llama Voices of Culture. En este diálogo la Comisión Europea plantea el futuro de los sectores culturales y craeatvos, además lo tienen en cuenta. En base a ello se desarrollan los objetivos. Fíjate si la cosa está mal, que de España solo voy yo. Se podrían presentar organismos como la Junta de Andalucía, el Gobierno de Canarias, etc.
No se presenta nadie, eso es sobre todo desconocimiento. Proyecto que presentes, proyecto que te conceden porque en España no se presenta casi nadie. En Dinamarca un gestor cultural cobra 8.000€, en España es poco más de mileurista en el ámbito privado. Cuando nos sentamos a hablar con ellos sobre la cultura en otros países se amplía muchísimo, sorprende un poco. Parece que estamos en la queja permanente, pero no miramos el potencial que tienen las ayudas europeas, que al final son estrategias geopolíticas. El resto de europeos tienen muy claro el potencial de este tipo de redes, pero en España no es escasa la participación.
Entrevista realizada por Silvia Panadero, para el blog de IGECA.