El momento en el que vivimos podríamos calificar de sobreinformado, pero, a la vez, repleto de fake news.

En este contexto, se ha aprobado y se pretende poner en marcha la ley educativa LOMLOE, popularmente conocida como ley Celaá.

Charlamos con Javier Sardá, presentador, escritor, colaborador…, en si una polifacética persona que ha marcado la información y los medios en España.  

Nos paramos para preguntarle sobre la actualidad cultural, mediática y social.  ¿Qué trato le da educación y los medios a la cultura? 

Javier Sardá¿Qué les espera a los jóvenes en un país en el que no encuentran leyes educativas sólidas y estables y su alrededor informativo es incierto en lo que respecta a la distinción de la verdad?:

“Vamos a ver, primero sobre la ley de educación, sé que es muy tópico, pero en otros países se ponen de acuerdo. Es muy cansino pensar que van a legislar todos los gobiernos de una forma unilateral. Me preocupan determinadas concesiones en la ley de educación, el plurilingüismo es una de ellas. Cataluña tiene una lengua propia - el catalán - y el castellano tiene un papel menos relevante que antes de la ley Celaá. El problema es que todo esto es por votos.

Que los jóvenes tienen más información ahora, es evidente, ¿con qué lo comparamos?. Con hace cinco años, diez, veinte… Yo tenía que ir a la biblioteca y coger unos tomos y ver la historia de los romanos con una estufa de butano que te mareaba, soy poco dado a las nostalgias.

Un estudiante de ahora -y más con la pandemia- tiene acceso a todo; no me preocupa la sobredosis; cuando nos dijeron que el mundo estaba en el teléfono, lo está.”

En este contexto de sobreinformación, ¿sabemos discernir entre la realidad y la ficción?:

“Es evidente que tenemos muchos “fakes”, pero a mí en el colegio me enseñaban que una ballena se comió a Jonás igual que la historia de Felipe II; con el mismo rigor lo uno que lo otro.

Y durante el franquismo toda la información del telediario era “fake”.

Ahora tenemos más, es difícil discernir; pero la gente joven sabe que hay tanto “fake”. El problema no es que se lo crean todo; es que no se crean nada.”

Una vez más, el sector cultural queda desnudo ante los golpes de en este caso una crisis sanitaria. ¿Está el sector cultural condenado a la eterna precarización?

“Bueno; los restaurantes o los gimnasios también son precarios, se ha cerrado todo. No quiero que se demonice la cultura, creo que los que mandan no saben lo que hacen.

En España no nos ponemos de acuerdo ni en poner un horario, no saben. Pero si te pones en su lugar, llegan miles de quejas de los sectores; creo que en esto soy una nota disonante. El que manda tiene que mandar, y si tiene miedo político que se marchen a su casa. Si tiene que cerrar todo, que lo hagan.

Los que mandan tienen que mandar, pero no se atreven, y esto al virus le encanta.”

Mirando hacia los grandes medios, ¿apuestan lo suficiente por la divulgación cultural y científica en sus programaciones?

“Depende de los medios. Yo creo que en general tienen una cierta sensibilidad al respecto, ¿la cultura es cine? Pues tenemos miles de plataformas.

Tú puedes comprar libros online; sé que donde mejor se pueden comprar es en la librería de barrio, pero sino, tenemos internet.

Por una entrada de cine tienes ahora mismo miles de películas, no puedo ser pesimista.”

Pero ¿y directamente un contenido de divulgación científica?

“Bueno, Punset , y cuando yo era joven estaba el profesor Mira Villas para conocer la ciencia y las investigaciones; si se hace apasionante, sea lo que sea, la radioactividad, el abanique…

Sin énfasis no habría literatura, ni periodismo.”

Los grandes medios de comunicación consiguen algo que muchas veces sin darnos cuenta se cuela en nuestras casas y es, por ejemplo, la normalización y aceptación de determinados colectivos. En Crónicas marcianas vimos a personajes como Galindo o a personas inmigrantes y abiertamente homosexuales como Boris Izaguirre.

Javier Sardá Galindo y Boris Izaguirre

¿Ayudó a normalizar a estos colectivo tenerles todas las noches en nuestras casas?

“La novela de Ray Bradbury de Crónicas Marcianas fue perfecta. Galindo es de película americana. Galindo estaba en el recreo de la escuela y en un momento se da cuenta que ya no va a crecer más. Él tenía atrofiamiento de las glándulas tiroideas.

Ese hombre normalizó esto de una manera extraordinaria: en el teatro, en la literatura y en la cultura general.

Boris fue un caso clarísimo de visibilizar la homosexualidad.

Es culto, escribe libros, tiene sentido del humor, kilometraje cultural.

No estaba allí por ser gay, estaba allí por ser super inteligente y tener una desinhibición formidable.”

En días como los actuales, la muerte forma parte de nuestros días, ¿qué piensa Javier Sardá del tratamiento de la muerte como sociedad?

Jvier Sardá Eros Thanatos y su puta madre“Deberíamos tener democracias sectoriales y que para determinadas decisiones las tomen los sectores; la navidad la tienen que decidir los médicos y sanitarios que se enfrentan a la pandemia, ellos. Lo que digan, se hace y en toda España.

Seguro que arreglan rápido todo, dirían que no casi a nada y tendrían razón.

La gente no se muere como en la película, están varios días en la guerra.

La muerte me inquieta, he hecho varios libros sobre ella, Adiós, muy buenas que trata de un pequeño cementerio en la costa donde nacen miles de historias.

Eros, Thanatos y su puta madre, me gusta haber pasado por el mundo habiendo escrito esto.”

Crónicas ha sido su programa televisivo por antonomasia y se veía reflejado en las audiencias, pero para mí su poder mediático y público se ve reflejado en la visibilización de un movimiento social, el “No a la Guerra”. ¿de dónde salió ese cántico que fue un sentir social?

“De la gente, del público. La gente sabía que se cantaba, tu al público le puedes decir hagan un sketch o pónganse unas antenas, pero no les puedes decir que griten no a la guerra.”


Entrevista realizada por Gabriel Raposo Sainz, alumno de los cursosPeriodismo y Comunicación Cultural y Técnico en Gestión Cultural de IGECA