La vida es cambio, reza la máxima, y, como parte esencial de la vida cultural de cualquier comunidad, las bibliotecas también están sometidas a los continuos cambios que experimentamos como sociedad. Crisis económicas y sanitarias, revolución digital, cambios en las costumbres de los usuarios… Son factores que deben animar a las bibliotecas a adaptarse y seguir creciendo y evolucionando con el fin de continuar siendo tan relevantes como lo han sido siempre.

Desde el Instituto de Gestión Cultural y Artística hemos recopilado algunas de las mayores tendencias actuales en gestión de bibliotecas, con el objetivo de que sirva de ayuda a gestores culturales, bibliotecarios, estudiantes y otras personas dedicadas a este importante ámbito.

Tendencias gestion bibliotecas

Imagen de portada por Karl Martin Sætren, Unsplash.


Tendencias en la gestión de bibliotecas


Tendencias gestion bibliotecas

Imagen de Yael González, Unsplash.

1. Medir la dimensión social

¿Cómo se evalúa la gestión de una biblioteca pública? La respuesta clásica sería aportar datos como el número de libros prestados o la cantidad de carnets expedidos durante un periodo de tiempo concreto. Pero, ¿cómo medir el impacto que tienen las bibliotecas en la vida de las personas?

Esto fue lo que se plantearon los responsables de la Biblioteca Central de Roskilde, en Dinamarca, quienes llevaron a cabo un estudio que medía la influencia social de las bibliotecas atendiendo a cuatro parámetros o dimensiones distintas: Refugio (impacto emocional), Perspectiva (impacto intelectual), Comunidad (impacto social) y Creatividad (impacto creativo).

Los gestores daneses también se encargaron de elaborar una guía gratuita, el Impact Compass, para que otras bibliotecas puedan elaborar sus propios estudios, los cuales se llevan a cabo mediante encuestas a sus usuarios.

Si quieres más información sobre esta innovadora iniciativa de gestión de bibliotecas, te invitamos a que visites la entrada que en IGECA dedicamos a esta noticia: Creatividad, perspectiva, comunidad, refugio: un nuevo estudio evalúa el valor de las bibliotecas públicas en la vida de las personas.


Tendencias gestion bibliotecas

Imagen de Markus Spiske, Unsplash.

2. Inteligencia artificial

La información almacenada en las bibliotecas se gestionó manualmente durante siglos; sin embargo, la llegada de los sistemas informáticos supuso un cambio radical en este ámbito, ya que permitía acceder de manera automatizada y mucho más sencilla a los enormes catálogos que puede almacenar un centro bibliográfico. Esta revolución se ha visto completada gracias a los sistemas de inteligencia artificial (IA), que ya se están implantando en algunos centros.

De hecho, la CENL (Conferencia de Bibliotecas Nacionales Europeas) ha creado una red de trabajo en la que varias bibliotecas públicas de Europa estudiarán las posibilidades aún por explorar de la aplicación de la IA en las bibliotecas. La CENL afirma en su página web que «la demanda de un mayor conocimiento en esta materia es significativa, tanto a corto plazo, en el uso concreto de la IA en las bibliotecas, como a largo plazo, en cuanto al uso potencial de esta tecnología. Este grupo busca contribuir a la comprensión general de la IA en las bibliotecas y, de esta forma, fomentar su uso».

Este proyecto está liderado por las bibliotecas nacionales de Francia y Noruega, y en él participan bibliotecas de Suecia, Reino Unido, Austria y Luxemburgo, entre otras.

Por otro lado, la asociación LIBER Europe dedicó en 2019 un webinar a los sistemas de inteligencia artificial llevados a cabo por la Biblioteca Nacional de Países Bajos. En palabras de la asociación, «teniendo en cuenta el volumen cada vez mayor de publicaciones en formato electrónico, y el auge de aplicaciones de Inteligencia Artificial tales como el aprendizaje automático, está aumentando la posibilidad de que los ordenadores puedan interpretar textos electrónicos y ayudar a los bibliotecarios a describir publicaciones».


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Imagen de John Schnobrich, Unsplash.

3. Más servicios online

A mediados de 2020, en plena eclosión de la pandemia del coronavirus, el diario The New York Times publicó un artículo de opinión, titulado Las bibliotecas deben cambiar, en el que urgía a las bibliotecas públicas a que acelerasen su transformación digital, y del que podemos extraer un párrafo:

«Si desean permanecer fieles a su misión, todas las bibliotecas deben someterse a un cambio radical. Para servir al público ante desafíos sin precedentes, las bibliotecas necesitarán transicionar sus servicios al espacio digital y explorar nuevas vías para servir a la ciudadanía y unir a la población, incluso cuando estamos separados».

Esta es precisamente la línea que está definiendo la transformación de las bibliotecas en la actualidad: la de ofrecer cada vez más servicios y documentos de manera digital, lo que facilitaría enormemente su acceso al no tener que trasladarnos físicamente al centro.

La transformación digital es también una de las claves del informe Las diez áreas que más van a cambiar en nuestras bibliotecas en los próximos años, elaborado por el Consejo de Cooperación Bibliotecaria. En él, se destaca la necesidad de las bibliotecas de ofrecer tanto servicios físicos como digitales (muchos de ellos adaptados a móviles), proveer de más documentos en formato digital, utilizar y dinamizar redes sociales, ofrecer servicios de formación en línea y servicios de difusión de contenidos, proporcionar contenido de Open Access o libre acceso, y facilitar que los usuarios traigan a la biblioteca sus propios dispositivos electrónicos, entre otras medidas.

Por otro lado, las bibliotecas públicas deben tener un papel esencial en contribuir a reducir la llamada brecha digital, ofreciendo programas formativos y asistencia a personas que aún no manejan del todo las nuevas tecnologías.

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La Deichman Bjørvika de Oslo, «la mejor biblioteca del mundo». Imagen de Ranurte (Unsplash).


4. La biblioteca como centro cultural

¿Qué es una biblioteca? La definición clásica, aquella que permanece ajena a los cambios que van produciéndose en el significado de una palabra, podría ser algo así como institución cuya finalidad consiste en la adquisición, conservación, estudio y exposición de libros y documentos (Real Academia Española).

Esta definición, si bien es correcta, resulta muy limitada a día de hoy, teniendo en cuenta cómo ha evolucionado la biblioteca como institución educativa, cultural y social. La tendencia ahora mismo es la concepción de la biblioteca como un espacio centrado en el usuario, donde este pueda encontrar un lugar de gran valor cultural y educativo, en todas las etapas de la vida, y también de encuentro y conexión con los demás.

Este es el caso de la Deichman Bjørvika de Oslo (Noruega), calificada por la Federación Internacional de Asociaciones de Bibliotecarios y Bibliotecas (IFLA) como la Mejor biblioteca del mundo, tal y como recogía el diario El País en un artículo de 2021. Este centro, además de contar con unas magníficas infraestructuras que invitan a perderse en él, ofrece una gran cantidad de servicios, como un cine, un auditorio, talleres para aprender a coser, tocar el piano o imprimir en 3D, un «café lingüístico» para aprender idiomas, y hasta un estudio para grabar podcasts, lo que la asemeja más a un enorme centro cultural polivalente que a una biblioteca tradicional.

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Biblioteca de Stuttgart, Alemania. Imagen por Mark Boss (Unsplash).

Su director, Knut Skansen, afirma en el reportaje que su misión es, sobre todo, atraer a la gente joven, invitarles a que pasen parte de su tiempo libre en la biblioteca, y una vez estén familiarizados con el centro, confiar en que se conviertan en lectores.

En otro país escandinavo, esta vez en Dinamarca, la Copenhagen Main Library ofrece también una cafetería donde poder disfrutar de un libro y un café a la vez.

En España contamos con el ejemplo de la Red de Bibliotecas de Barcelona, que ofrece una variada programación en la que se incluyen talleres creativos, cursos formativos, clubs de lectura, seminarios, exposiciones, e incluso encuentros musicales.

Todos estos ejemplos nos muestran que, si se habilitan espacios e infraestructuras para ello, las bibliotecas pueden ser lugares para la participación y el encuentro.


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Imagen de Kelly Sikkema, Unsplash.

5. Gamificación

Antes de lanzarnos de lleno a explorar las posibilidades de este concepto, dediquemos un momento a explicar el término, para aquellos que aún no estén familiarizados con él: la gamificación (del inglés game, «juego»), es una innovadora técnica de aprendizaje que incorpora elementos propios de los videojuegos para ofrecer una experiencia educativa inmersiva y atrayente.

Si los niños y jóvenes están poco menos que «obsesionados» con los videojuegos, utilizar la gamificación puede ser una buena estrategia para acercar la lectura a este grupo social, que en ocasiones puede mostrarse reluctante a abrir un libro. Esta idea ha sido explorada por la Asociación Americana de Bibliotecas (AIA), quien ha dedicado una página en su sección online de tendencias en bibliotecas al fenómeno de la gamificación.

En concreto, la AIA destaca que «las bibliotecas, reconocidas como espacios para el aprendizaje motivado por el interés y el descubrimiento autónomo, son ideales para el tipo de aprendizaje promovido por los juegos. Además, las bibliotecas son lugares públicos de reunión que pueden beneficiarse de las ventajas del juego en grupo, lo que puede ayudar a mejorar las habilidades sociales de los participantes al animarles a jugar juntos, tanto en pequeños grupos como en clases más grandes».

La asociación recoge en su página varios ejemplos interesantes de gamificación en bibliotecas, como un juego de exploración ofrecido por la Biblioteca de la Universidad de Carolina del Norte o un servicio de orientación de la biblioteca de la Universidad de Pomona que utilizaba la popularidad del videojuego de realidad aumentada Pokémon GO.

 


 Artículo de Beatriz Pérez para el Blog de IGECA.


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