El uso cultural de espacios no culturales es algo que sucede casi sin darnos cuenta. Se trata de la realización de eventos o proyectos artísticos en sitios que no estuvieron pensados específicamente para ello. Quizá los lugares urbanos o rurales más comunes para albergar espectáculos o proyectos culturales sean las ruinas antiguas o las plazas.
Incluso los castillos medievales pueden servir de ejemplo. Estos castillos no se concibieron como escenarios de ningún espectáculo. Muchos de ellos son precisamente ruinas antiguas, otros se han reconstruido, y en algunos se realizan eventos como conciertos musicales o visitas teatralizadas, modificando el uso para el que inicialmente estaban pensados (vivienda, defensa) y transformándolos en un escenario cultural.
A qué se refiere el uso cultural de espacios no culturales
Hay que remontarse siglos atrás para explorar una tradición que nos acompaña hasta nuestros días. Los artistas medievales como juglares, poetas, músicos o cómicos / actores no tenían otra forma de representar sus obras que en la calle.
Hoy en día esto se sigue haciendo. De repente, subidos al metro, podemos escuchar un pequeño concierto en directo o si vamos paseando por la calle se puede ver un espectáculo de magia o de escapismo en cualquier esquina.
Esto es el uso cultural de espacios no culturales. Tomar los espacios comunes de la ciudad para convertirlos en escenarios perfectos de un espectáculo.
Todo esto parte en gran medida de los festejos y tradiciones, de las fiestas locales de pueblos y ciudades. Un ejemplo de ello es la Semana Santa, donde un rito cultural toma la calle durante la sagrada semana, otro puede ser el Corpus de Granada, que también se celebra en la calle, o los Carnavales de Cádiz.
Este uso cultural de espacios no culturales es algo que constituye el escenario ideal para las artes escénicas, pudiendo conjugar la espectacularidad de estas disciplinas con la atmósfera que pueda aportar la ciudad como escenario.
Ejemplos de tipos de espacios
La caída del Imperio Romano en el siglo XVI hace que se termine la tradición establecida de los edificios teatrales romanos y griegos. Este es el germen que hace que resurjan las artes dramáticas a partir de fiestas populares y ritos de culto. Las iglesias y catedrales toman un papel protagonista en esta nueva etapa, ya que su interior se convierte en lugar de reunión y representación de espectáculos medievales. Sucede de igual forma con las plazas y los espacios abiertos en general.
La plaza es una pieza clave en el uso cultural de espacios urbanos. Arquitectónicamente las ciudades se han ido preparando y adaptando a la realización de eventos. Así, una plaza suele estar rodeada por edificios con balcones, que actúan como palcos a través de los cuales se puede ver el espectáculo.
Un ejemplo de plaza diseñada para su uso como escenario cultural es la Plaza de España de Sevilla. Fue concebida entre 1914 y 1929 por el arquitecto Aníbal González como uno de los elementos principales de la Exposición Iberoamericana de 1929.
La ceremonia de inauguración de la Expo de ese año tuvo lugar en esta plaza, cuyas dimensiones y espacio abierto la convertían en un buen escenario para ello. Otro ejemplo del uso cultural de estos espacios es la Plaza Mayor de Madrid. En las fiestas de San Isidro, parte de los conciertos que forman parte de la celebración, tienen lugar en esta plaza en la que se instala un escenario en el corazón de la ciudad accesible por todos los viandantes.
Las ruinas también son buenos escenarios para las artes escénicas. Anteriormente se dio el ejemplo de conciertos o visitas teatralizadas en castillos medievales. Estos también pueden plantearse en ruinas o anfiteatros: en el Teatro Romano de Mérida tiene lugar la celebración del Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida.
Como último ejemplo de espacios urbanos que se usan con fines culturales está la arquitectura industrial. Muchas fábricas han quedado abandonadas como consecuencia del avance tecnológico que ha permitido abaratar costes en muchos sentidos y automatizar procesos que antes hacían personas. En este sentido es preciso destacar la facilidad que tienen ciertos espacios arquitectónicos para adaptarse a nuevas funcionalidades.
De este modo, la Fábrica de Tabacos de Sevilla se reconvirtió en sede de la Universidad de Sevilla. El Matadero de Madrid es hoy un gran complejo cultural con una variedad de actividades que alberga en su interior como conciertos, cine, presentaciones de libros, festivales o exposiciones. Los Caixaforum también se han asentado normalmente en antiguas instalaciones industriales.
Esto no es algo que pase únicamente en España, sino que es una metamorfosis de espacios industriales que tiene lugar en muchas ciudades internacionalmente. En Torino (Italia) la fábrica de Fiat más importante se ha transformado en un complejo cultural dedicado al ocio y los congresos o en el bosque de Vincennes en París (París) las naves de la Cartoucherie de Vincennes, destinadas a la fabricación de pólvora y armamento, se dedican ahora a las artes escénicas.
Así, las ciudades y los espacios abandonados, ya sean fábricas o ruinas, quedan a disposición de su uso cultural. Como en el caso de las plazas, hay sitios de lo urbano pensados casi inconscientemente para la representación escénica. Sin darnos cuenta, el uso cultural de espacios no culturales está en cada esquina de nuestra localidad, transformándola mediante el arte.
Imagen de portada:
Concierto de Pablo Sáinz-Villegas en el Patio de los Arrayantes de la Alhambra de Granada, en el Festival Internacional de Música y Danza de Granada de 2021.
Fotografía de Fermín Rodríguez.
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