La cuestión de si el grafiti es arte o vandalismo es una de las más discutidas en la actualidad. De hecho, se trata de una práctica que no suele dejar indiferente a nadie: o la amas o la odias.
Los grafitis son pinturas realizadas en lugares públicos mediante aerosol (grafiti propiamente dicho), stencil o gigantografía. Sin duda, es una manifestación cultural rodeada de polémica, que ha sido objeto de discusión durante mucho tiempo.
El arte de hacer grafitis
El arte de hacer grafitis ha evolucionado mucho en los últimos tiempos. En un principio, se trataba de meras firmas de grafiteros para, más adelante, convertirse en obras mucho más ambiciosas y complejas. Precisamente, es este desarrollo ulterior lo que nos lleva a preguntarnos si el grafiti es arte o vandalismo.
El grafiti está fuertemente vinculado con la protesta y el inconformismo (es ese carácter subversivo lo que nos lleva a plantearnos si el grafiti es arte o vandalismo). Sea como fuere, esta forma de expresión nunca podrá desligarse de cierto aire rebelde e incomprendido.
Generalmente, concebimos el grafiti como un fenómeno contemporáneo originado en el Nueva York de los años 60. No obstante, existieron grafitis mucho más antiguos (se tiene constancia de este tipo de pinturas en el antiguo Egipto, el Imperio Romano o la Edad Media).
Banksy, Keith Haring, Blu, Os Gemeos, Vhils, Okuda San Miguel… Todos ellos son considerados como verdaderos genios del arte urbano. Ciertamente, a la vista de sus obras es fácil considerar al grafiti como auténtica expresión artística. Ahora bien, más allá de estas figuras de renombre no siempre es fácil dilucidar cuándo los grafitis son arte o vandalismo.
¿Cómo saber cuando el grafiti es arte o vandalismo?
Solo tenemos que darnos una vuelta por las calles de nuestra ciudad para darnos cuenta de que no todos los grafitis son iguales. De hecho, su valor será determinante a la hora de determinar si un determinado grafiti es arte o vandalismo. Para ser considerado como arte, el grafiti debe reunir los siguientes requisitos:
- Originalidad. El arte urbano nunca puede ser mediocre. Esto significa que tanto su mensaje como su técnica tienen que ser capaces de llamar la atención. Verdaderamente, cada grafitero debe poseer un estilo propio e inconfundible para ser considerado un verdadero artista.
- Crítica social. El carácter subversivo del grafiti, lejos de ser un lastre, es su mayor virtud. Verdaderamente, estamos ante una de las manifestaciones artísticas más libres que existen… y eso debe ser aprovechado para transmitir un mensaje de rebeldía. Al fin y al cabo, la omnipresencia del grafiti resulta muy útil para hacernos más conscientes de nuestros defectos y contradicciones, así como de los diferentes problemas sociales.
- Alto valor pictórico. Al plantearnos si el grafiti es arte o vandalismo, sería un grave error medir todas las pinturas callejeras con el mismo criterio. Los fundamentos propios de las obras pictóricas (uso del color, elementos compositivos, perspectiva, etc.) también deben estar presentes en los grafitis para que los consideremos como una genuina expresión artística.
Por qué el grafiti está asociado al vandalismo
Más allá de su valor artístico, el gran problema siempre que se habla de si el grafiti es arte o vandalismo está en el lugar donde este se lleva a cabo Al fin y al cabo, los grafiteros plasman sus creaciones sobre superficies que no les pertenecen (p. ej.: persianas de locales comerciales, mobiliario urbano, muros de viviendas, etc.). Las condiciones que debe cumplir un grafiti para no ser tildado de acto vandálico son las siguientes:
- Que reúna los requisitos propios del arte (originalidad, crítica social y alto valor pictórico).
- Que se realice en espacios expresamente habilitados para el arte urbano o con el permiso del dueño de los mismos.
- Que apueste por técnicas que no sean dañinas para el medioambiente. Tal es el caso de los llamados grafitis ecológicos (Moss Graffiti), que sustituyen los aerosoles por pintura 100 % libre de productos químicos.
Objetivo: desligar el grafiti del vandalismo
Es obvio que los grafitis son valiosos para la sociedad, por lo que limitarse a prohibirlos no es una opción válida. Afortunadamente, es posible conciliar la libertad de expresión de los grafiteros con el mantenimiento del patrimonio urbano.
La solución pasa, pues, por armonizar los intereses en conflicto. Así, cada vez son más los propietarios que contratan a grafiteros para que embellezcan sus inmuebles (lo cual contribuye a la profesionalización de estos artistas). Por su parte, muchos ayuntamientos no solo delimitan espacios para el arte urbano, sino que también lo impulsan mediante talleres y concursos.
En definitiva, la cuestión de si el grafiti es arte o vandalismo depende principalmente del lugar donde este se encuentre.